25 junio 2008

Un coche llamado Blog

Siempre se ha sabido que los coches ejercen una extraña influencia en los conductores, y que consiguen sacar de nosotros lo peor que llevamos dentro. Ante comportamientos parecidos, en la escalera de vecinos respondemos con un "No pasa nada" acompañado incluso de una sonrisa, mientras que en el parking de El Corte Inglés, dentro de nuestro coche, lo más bonito que pensamos es que a ese o esa el carné se lo dieron en una tómbola. Te rozas o tropiezas en la charcutería, y pides perdón aunque no sea culpa tuya. En cambio, en el coche, ¡ah, amigo!, en el coche no se pasa ni una.
¿Es un acto de cobardía? ¿Somos en realidad tal y como nos manifestamos en el coche? ¿Es el coche como la grada de un campo de fútbol, donde sí nos atrevemos a decir lo que nunca diríamos en el trabajo, o en casa, o en el mercado?
Hace poco me recomendaron un blog de una correctora de textos, y cuando decido asomarme, en la primera entrada que leí, me encuentro con bronca y gresca al canto. Que si has faltado a mi amiga, que si eres una grosera, que si me has faltado al respeto personal y profesionalmente, que si patatín, que si patatán...
Y no, no es la primera vez que veo polémicas con el tono subido -demasiado subido- en los blog. ¿Nos atrevemos a decir en ellos lo que nunca diríamos a la cara? ¿Es esto de la blogosfera un Santiago Bernabéu universal de ultras vociferantes? Y por cierto, tu blog ¿sabes cuántas válvulas tiene?