11 junio 2008

Javier Marías y yo

Tengo un amigo que siempre quiso ser Fernando Fernán-Gómez. No, no quería ser como Fernando Fernán-Gómez, sino ser el auténtico Fernán-Gómez. Así era (es) la admiración que sentía (siente) por el artista. Y algo parecido me está pasando a mí.
Todos los domingos empiezo El País Semanal por el artículo de Marías. Bueno, a decir verdad lo empiezo y lo termino, porque pocas veces encuentro algo más que me interese.
El domingo pasado hablaba de los peloteos entre autores noveles y famosos, de cómo se dedicaban los libros entre ellos, de las envidias y de las petulancias.
Y yo, que ando estos días por aquí, solo, me sentí aliviado por no ser uno de esos principiantes que se asoman a otros blogs con la esperanza de que les devuelvan la visita. De esos que escriben cuatro líneas “mareadas” (“qué bonito es tu blog”, “pasaba por aquí y me enganché a tu blog”) con el único fin de que les devuelvan la visita. Y, de hecho, si no lo hacen, dejan de entrar por siempre jamás.
Me pareció tan patético el cuadro que describía Marías, que escalofríos me entraron de solo pensar que -a menor escala, claro- yo podría caer en ese quid pro quo tan banal.
Afortunadamente, aún resisto; cuando dejo algún comentario en algún blog nunca uso el enlace de éste, sino que utilizo otros.
Acabaré como mi amigo, deseando ser otro, otro que se me adelanta, otro que, por supuesto, lo hace mejor y además antes. Qué difícil es que no esté de acuerdo en algo de lo que escribe. Y, además, es del Real Madrid…
Lo dicho: creo que quiero ser Javier Marías.